Ante el caos arancelario de Trump, ¿y ahora qué?

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El presidente norteamericano Donald Trump ha dado al mundo un compás de espera de 90 días para definir si se quedan o no los aranceles impuestos a diversos países, el pasado 2 de abril. Para el caso de México y Canadá, nada cambió y todo sigue igual, pues se mantendrán los aranceles del 10 por ciento para todos aquellos productos no contemplados en el T-MEC y 25 por ciento para acero y aluminio que se exporte de México y que sea producido aquí mismo. Si es importado de Estados Unidos, para digamos, rines de autos, que se exporten del otro lado del río Bravo, esos rines no pagan impuestos.
En fin, después de todo, lo importante es que el caos aduanero y comercial se mantiene. Hasta el momento nadie sabe exactamente cómo pagar esos nuevos aranceles o impuestos para ser más precisos, y según mis fuentes de información en los puntos de entrada en México, los sistemas siguen cobrando igual, al menos los mexicanos, y apenas comienzan los arreglos logísticos, para lo cual parece, servirán esos 90 días de tregua que ha dado el señor Trump.
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La pregunta central de aquí en adelante es, ¿qué va a pasar en lo relacionado al comercio internacional de México con Estados Unidos? No hay muchas opciones que realmente puedan ayudar a México con esta problemática que tiene la capacidad económica de descarrilarnos, cuando menos 100 puntos base del Producto Interno Bruto o un 1 por ciento (en negativo) y en consecuencia, ponernos en un rumbo donde nada de lo presupuestado tendría sentido. Lo anterior lo argumento por lo siguiente.
En primer lugar, ya no tendremos como país la posibilidad de que la inversión extranjera nos rescate y pensar en el nearshoring no hace sentido, nunca lo hizo porque desde un principio ese concepto fue más una estrategia de convencimiento para los mexicanos de que estábamos en el rumbo de atraer no sé cuántos miles de empresas. Sin inversión extranjera, una gran parte del crecimiento de los empleos en las zonas fronterizas desaparecerá, y lo que es peor, al ser empleos mejor pagados, habrá un leve impacto sobre el consumo. El comercio y los servicios, una caída en ventas. El turismo de negocios se reducirá notablemente y eso ya lo empezamos a ver en la región con el paro de labores de algunas empresas y con el retiro de maquiladoras en el área fronteriza del estado. Es seguro que las exportaciones tendrán un descenso que, hasta el momento, no he terminado de calcular porque hay que tomar en cuenta por cuánto tiempo se mantendrán los aranceles y desde luego, con eso de que hay días que se aplican y hay días que no, uno no puede hacer un cálculo con una gran probabilidad de ocurrencia. Lo cierto es que la inversión extranjera directa bajará y con ello se reducirán los mercados de exportación y el consumo interno.
Ya se ha hablado mucho de los efectos de los aranceles sobre el sector automotriz, lo que no se ha dicho es el rumbo que éste tomará una vez que el asunto arancelario desaparezca o se absorba, ¿seguirán aquí las empresas como si nada? ¿Qué cambios harán? ¿Qué pasará con México si los aranceles se mantienen durante todo el sexenio u otros sexenios? ¿Podremos tener una economía sin relación con Estados Unidos? ¿Cuántos autos menos se producirán? ¿Cómo será nuestra ciudad si la industria automotriz se reduce al nivel que quiere Trump?
Desde luego que las empresas hoy están haciendo cambios profundos en sus modelos de producción, en su logística y están buscando cómo ser más productivos para abatir el costo de los aranceles. Van a recurrir en mayor medida a la automatización, no hay que imaginar la llegada de robots humanoides que desplazarán a todos los trabajadores, pero sí veremos más procesos que empezarán a trabajar de maneras diferentes. Habrá despidos y jubilaciones. Ambos llegarán por la incapacidad de la mano de obra de adaptarse a las nuevas condiciones tecnológicas y a los nuevos estándares de competencia y producción.
Habrá que luchar por los mercados duramente y las empresas internacionales que sigan produciendo aquí de manera ininterrumpida necesitarán mayor compromiso de los empleados, una parte de los cuales no podrá seguir. La Inteligencia artificial puede pensar, pero no hacer cosas, y todos esos trabajos serán totalmente “humanos”. Los trabajos financieros serán los primeros en desaparecer porque, por ejemplo, un portafolio de inversión siempre lo hace más eficiente la IA que un humano porque puede acceder a más datos para realizar mejores modelos.
En segundo lugar, nuestro país tendrá que reconfigurar un sistema educativo que hoy no tiene una orientación tecnológica. Sin embargo, aquí viene la ironía del caso, al ser un país maquilador donde la mano de obra es la que hace las cosas, los trabajos de este tipo permanecerán, de otra manera, ¿quién hará lo que se necesita para que los robots trabajen? México tiene una ventaja porque la IA, aunque podría soldar, lo hace en grandes escalas y trechos, pero no tiene aún la capacidad de soldar, por ejemplo, una herramienta que se despegó, una reja de una casa, o preparar una hamburguesa. Se supone que muy pronto los robots podrían llegar a esto, pero faltan cuando menos dos décadas, sino es que más. Si nada cambia, no tendremos que preocuparnos de que el país pierda trabajos, al contrario, la ignorancia nos ayudaría a mantenerlos, pero a qué sueldos, no me quiero imaginar.
Trump puso en evidencia todas las falacias económicas nacionales, no solo que sí se producía fentanilo, que sí había grupos de malvivientes que controlan al país, que si hacíamos trampa exportando aluminio y acero chinos a precios de dumping, y así un sinfín de asuntos que empiezan apenas a ser atajados por la presidenta, para beneplácito de todos.
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Recuerde, no son los aranceles los que están haciendo que la economía caiga en terreno negativo, fueron los gastos excesivos del segundo semestre del año anterior los que nos llevaron a un déficit presupuestal y que desde antes se dijo que serían terribles para la economía de este año. En este mismo espacio dije que mi preocupación sería 2025 por lo que se venía gastando desde enero de 2023 por parte del gobierno federal en las campañas, y si a eso le agregamos los aranceles, tenemos en este momento una tormenta que no es perfecta, sí entraremos en recesión, pero no una crisis monumental. Utilizar el Plan México, pero con ganas de que funcione y que el partido en el poder no esté buscando votos sino una mejoría para la población, este país puede aprovechar la coyuntura para demostrar que lo hecho en México está bien hecho, caso contrario seremos un país maquilador en la era de la IA y la robótica. Nada peor que eso.